jueves, 17 de noviembre de 2011

SEMANA SANTA EN LA PROVINCIA DE JAEN.-

   TODO UN MOVIMIENTO COFRADE.-
            En torno a las imágenes veneradas, en ese siglo XVI freformista, y desde entonces, fueron fortaleciéndose las Cofradñias y Hermandades. Ahí están los archivos con sus viejos papeles, que nos hablan de una doble funcion, de una doble faceta de estas Cofradías y Hermandades: la religosa, apoyada en los cultos anuales, que culminan con la procesión en la calle, y la social, sustentada por las actividades en favor de los cofrades necesitados y que se manifiesta en diversas ceremonias que han hecho tradicion. Cuando llega la Cuaresma, en Jaén, puede hablarse, ciertamente, de todo un importante movimiento cofradiero, que ha guardado con celo, con entusiasmo, estatutos rancios, viejos que nos transmiten el latido religioso de otras generaciones. Ese movimiento cofradiero se manifiesta frente a las rápidas y profundas evoluciones de una sociedad en permanente crisis.
  Se mantiene , en fin como un legado precioso que se comunica a través de las imágenes que labraron artistas verdaderos.
     La Semana Santa, en la provincia de Jaén, moviliza a millares de cofrades, de hermanos que son, en la Cuaresma, como un mundo aparte, dentro de un ambiente que rompe la fisonomía de las poblaciones durante un tiempo de cada año.

      Esta semana Santa gienense congrega a millares de cofrades, de hermanos, que se aprietan en torno a sus imágenes. Escritores, poetas, pintores, fotógrafos, músicos, cantaores, gastronomos, han tenido y tienen en la Semana Santa una fuente de inspiración.

     Las cofradías y hermandades, ya con varios siglos de existencia y de vida, siguen teniendo actualidad y futuro entre nosotros. Las procesiones, en Jaén, representasn, cuanto menos, un acercamiento anual del pueblo a sus imágenes veneradas. Para muchos es el único punto de contacto y de conexión con las cosas del espíritu. Y, en este sentido, las cofrádias y hermandades, en cooperación con la Jerarquía Eclesíastica, aprovechan ese gran caudal de fe popular desbordada para que los desfiles procesionales sigan inspirando una verdadera vuelta a Dios, que eso, en definitiva, es como un deseo latente que ahoga sus raíces en el alma del pueblo.

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