lunes, 7 de noviembre de 2011

SEMANA SANTA EN LA PROVINCIA DE JAÉN.-

      Coincidiendo con los reinados de los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II, tuvo Jaén un gran esplendor. La Iglesia contó con una primera sede episcopal en Baeza, después de la Reconquista, que, luego, Fernando III el Santo trasladó a Jaén. Con un Obispo y dos Catedrales, las de Jaén y Baeza, la Iglesia gienense tuvo una enorme influencia.
   Desde las catedrales de Jaén y Baeza hasta los pequeños y sencillos templos de las últimas aldeas lucen los más diversos estilos arquitectónicos de todos los siglos.
  En todo caso estos templos son ejemplos vivos de concordia, de alegría comunicativa y franca, de una gran labor común, de trabajo colectivo y entusiasta, de esa gloria que nace de la concurrencia de algo grande.


   Aún antes del siglo XVI la Semana Santa estaba arraigada en tierras de Jaén. En su paisaje agricola y ganadero. En sus conjuntos urbanos. En los templos y en las calles. La crónica del condestable Miguel Lucas de Iranzo, que es, sin ninguna duda, una fuente variadísima, muy valiosa, de los hechos históricos de Jaén de la segunda mitad del Siglo XV, nos da noticias muy documentadas de la conmemoración de la Pasión y Muerte del Redentor en la ciudad de Jaén.
    El Domingo de Pascua florida, por la mañana el Condestable iba a maitines a la Iglesia Mayor. Al alba, trompetas, atabales y cheremías y cantores, daban la alborada a la puerta de su cámara. Iba a misa y recibía al Señor, Lunes y Martes siguientes hacía más fiestas que fueron con el tiempo muy famosas.
     Pero en el siglo XVI cuando, con la creación de las cofradías y hermandades, surgen las procesiones en las calles.
             Los templos se proyectan hacia fuera. En el siglo de " los iluminados" y también de las corrientes evangelizadoras, la Iglesia, que en tantas cosas es maestra, salió con las imágenes a las calles. Imágenes hechas por artistas fervorosos que prendieron la piedad en su comunicación, con toda la fuerza plástica de las esculturas veneradas, llegaron, con la Iglesia antes de este tiempo que llaman de la imagen y de la comunicación. Desde hace siglos, procesiones temblorosas de emoción, han hecho que el pueblo, a su manera, rezara una oración, se acercara a Dios, cantara al fin su saeta dolorida para anunciar al mundo que, frente al ruido de la calle, lleva su procesión por dentro.
( Continuara....)

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